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Chapter 5 - capitulo 5: el encierro

Capítulo 5: El Susurro del Corazón - El Encierro

La Academia Seúl se había convertido en una prisión para Ryeowook. Las paredes que antes le habían parecido imponentes ahora se erigían como muros impenetrables, separándolo del mundo exterior, del aire fresco, de la libertad. El susurro del corazón, antes un faro de esperanza, ahora se había transformado en un eco de su propia culpa, un recordatorio constante de la decisión que lo había llevado a este encierro.

Jungkook lo mantenía bajo su control con una mezcla de afecto y violencia. Los momentos de ternura, los susurros al oído, las caricias que lo hacían sentir cálido, se mezclaban con rabietas incontrolables, celos desmedidos y golpes que lo dejaban con moretones y dolor.

Ryeowook se había convertido en un prisionero de su propio miedo. El miedo a la ira de Jungkook, el miedo a perder su afecto, el miedo a la soledad.

Un día, Jungkook lo llevó a un lugar secreto, un lugar que solo él conocía. Era un estudio de música, un espacio lleno de instrumentos, de partituras, de sueños. Jungkook le hizo tocar el piano, sus dedos ágiles recorrieron las teclas, creando una melodía que lo cautivó.

"Eres talentoso, Ryeowook," dijo Jungkook, su voz se suavizó, su mirada se volvió cálida. "Eres el mejor."

Ryeowook se sintió conmovido por las palabras de Jungkook. Era la primera vez que lo elogiaba, la primera vez que lo veía con admiración.

"Toca para mí," dijo Jungkook, su voz era una orden y una súplica a la vez. "Toca para mí y solo para mí."

Ryeowook tocó para Jungkook, sus dedos danzaron sobre las teclas, creando una melodía que expresaba su dolor, su miedo, su esperanza.

Jungkook lo observaba con una intensidad que lo hipnotizaba. Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de fascinación y deseo.

"Eres mío, Ryeowook," susurró Jungkook, su voz era una promesa y una amenaza a la vez. "Eres mío para siempre."

Ryeowook se sintió atrapado en una red de emociones, sin saber qué hacer, sin saber cómo escapar. La música lo consolaba, pero también lo ataba a Jungkook, lo mantenía cautivo en su encierro.

Un día, Ryeowook encontró una vieja carta en el bolsillo de la chaqueta de Jungkook. Era una carta de su madre, una carta llena de amor y de esperanza. Ryeowook leyó la carta con lágrimas en los ojos, sintiendo un dolor inmenso, un dolor que lo atravesó como un rayo de luz.

"Mamá," susurró Ryeowook, su voz se quebró. "Te extraño."

En ese momento, Ryeowook se dio cuenta de que estaba atrapado en un círculo vicioso. Jungkook lo mantenía cautivo, pero él mismo se había entregado a su encierro. El miedo, la culpa, la soledad, lo habían envuelto en una red de dolor que no podía romper.

Ryeowook necesitaba escapar, necesitaba encontrar su propia voz, su propio susurro que lo guiara hacia la libertad. Necesitaba recordar quién era, de dónde venía, y hacia dónde quería ir.

El susurro del corazón de Ryeowook se había convertido en un grito de angustia, un grito que solo él podía escuchar, un grito que solo él podía entender. La batalla por su libertad había comenzado, y Ryeowook estaba solo.