Li Qianfan salió del Templo del Terreno, su estado de ánimo extremadamente pesado, pues esta era la primera vez que mataba a alguien desde que se convirtió en cultivador.
Pero no se arrepentía.
Cultivadores como Gato Gordo y Rata, no podían ser perdonados absolutamente. Si hubiera mostrado misericordia, podría haber sido él quien yaciera caído en el Templo del Terreno en su lugar.
No se convertiría en un demonio que matara sin pestañear.
Pero tampoco podía convertirse en alguien que dejara ir fácilmente a los enemigos.
Tarde o temprano, atravesaría hacia el Reino del Núcleo Dorado y emprendería el viaje para encontrar a sus padres. Entendía profundamente que este camino sería al menos cien veces más peligroso de lo que era ahora. Si fuera una persona de corazón blando, ni diez vidas le serían suficientes para encontrar a sus padres.
