—Pequeño granuja, ocúpate tú mismo; ¡yo ciertamente no te ayudaré!
Ye Ling'er le lanzó a Li Qianfan una mirada coqueta, luego pasó junto a él moviendo sus caderas seductoramente.
Viendo la figura que se alejaba de Ye Ling'er, Li Qianfan no dudó y la siguió inmediatamente. Aunque usualmente Ye Ling'er parecía extremadamente distante, en realidad era muy inocente por dentro, y a veces, lo que decía no representaba sus pensamientos más verdaderos.
Además, a veces cuando una mujer dice no, ¡ella quiere decir sí!
Luego de que Ye Ling'er entró en la habitación, se volvió a mirar a Li Qianfan que la había seguido y dijo:
—Oye, pequeño granuja, ya te dije que no te ayudaré. ¡No entres en mi habitación!
Con eso, Ye Ling'er giró y entró en la sala, no solo sin cerrar con llave la puerta sino que tampoco la cerró completamente.