—Lilly, no quiero dejar este lugar contigo. Diría que huyéramos pero... —comenzó a decir pero su voz se quebró.
—Pero necesitas ver si tu cachorro va a vivir o no y lo entiendo Z —completé por él y solo decirlo dolía pero sí lo entendía.
Sus ojos encontraron los míos y me escudriñaron.
—¿Estás segura de que quieres irte? No tenemos que hacerlo, no hay amenaza hasta que mi papá dé la orden a la manada, lo cual no hará esta noche, no hasta que vea cómo le va a la bruja —dijo mientras acercaba su nariz a la mía, nuestras frentes se presionaban una contra la otra, esa mano en mi mejilla generando calor.
—¿La bruja? —Lo dije como una pregunta pero mi voz se quebró al sentir tanta satisfacción con su piel sobre la mía.