El primero en entrar en pánico fue, por supuesto, Gu Luoxin. —¡Oh no, qué hacemos! Miró hacia el baño donde se escondía la sirena. —¡La tripulación va a encontrarla! ¡Necesitamos moverla a otro lugar!
En contraste, los otros tres permanecieron notablemente calmados. Jin Jiuchi sugirió, —¿Deberíamos atarlos y tirarlos al mar?
Noir intervino despreocupadamente, —Mátenlos.
Jin Jiuchi añadió otra sugerencia, —¿O podríamos tirar a la sirena al mar y sacarla más tarde?
Noir reflexionó por un momento y asintió, —No está mal.