Damien cerró los ojos. Su angustia, su ira y todas sus emociones de repente se sintieron tan sin sentido cuando tocó sus mejillas.
La sonrisa en su rostro era tan pura como si una luz etérea la cubriera y él… lleno de oscuridad, temor y odio, se desvanecía en la oscuridad.
Su pecho se apretó y su sangre se enfrió cuando ella dejó la elección en él. Ella aceptaría cualquier cosa. Eso solo significaba que él podría pedirle que renunciara al niño.
Pero entonces, ¿en qué se convertiría si matara a un ser no nacido por su celos y posesividad?
—Y no necesitas decidir ahora. En este momento en que estás emocional —ella ofreció—. Cuánta fuerza, cuánto valor se necesitaría para esperar en silencio su decisión cuando esta decidiría el destino de su hijo no nacido. Su hijo... Ella había afirmado.