—Muéstrame el hombre que eres —su voz también fue consumida por el diablo, pues todos parecían horrorizados al mirar a Cotlin.
Los ojos del hombre estaban borrosos. Alzó la mano para atacar pero quizás veía muchas imágenes de Cotlin. Sus puñetazos caían al aire. El calor de su sangre resbalando por su rostro no alteraba a Cotlin. Apenas lo sentía. Su piel se había entumecido.
Cotlin enganchó sus brazos alrededor de su ropa y lo volvió a poner de pie tirando de su camisa.
—¡Lucha conmigo! —gruñó como si fuera a matar a sus enemigos si el enemigo no lo atacaba.
—Maestro, déjelo ir. Está delirando al enfrentarte —la voz llegó suplicante y se giró para ver los rostros horrorizados de sus hombres. Los hombres que habían crecido con él ahora tenían miedo de él.
Cotlin se burla al soltar su camisa. Incluso para ellos, ahora era un monstruo.