Cotlin cerró sus ojos cuando sintió otra caricia en sus mejillas—. El tirón de su piel y el sabor metálico que llenó su boca a pesar de que estaba seguro de que sus dientes estaban intactos. Otro día para él de comer carne después de volver a casa.
No abrió los ojos pero podía ver claramente el movimiento de sus enemigos—. Su respiración áspera, pasos inquietos y el ritmo de su respiración irregular. Era como una vieja melodía. La había escuchado y refinado muchas veces en su mente y cuando llegó el siguiente puñetazo—. Atrapó el golpe en su palma y usó su mano derecha para golpear en cambio el torso de su oponente. El hombre se sacudió hacia atrás pero el puñetazo no fue suficiente para romper su voluntad de ganar.
Se levantó de un salto y envió un golpe a Cotlin en la nariz—. Lo hizo tambalearse hacia atrás en un chorro de sangre. Pero no cayó fuera del círculo tiznado. El grito de esos hombres se elevó mientras se paraban alrededor de ellos con su dinero en las manos.