Cotlin se dio cuenta de que el caballero lo miraba con la boca abierta y los ojos temblorosos. En lugar de sentirse incómodo de que el caballero pudiera haberlo visto mezclando algo en su té, se rió.
—Gracias por la nota. Has demostrado ser un buen aliado —el Caballero se sintió como si hubiese sido atravesado por flechas, directo a su cerebro y su corazón.
Su poder de pensar y comprender parecía abandonar su cuerpo. No era posible. El hombre no podría haber venido al recibir su nota. Pero luego él mismo lo admitió.
—¿Cómo... —susurró como si temiera que su pregunta pudiera traer una respuesta que no quería oír.
—No necesitas entrar en detalles —Cotlin sacó una moneda y la lanzó al aire. El caballero, a pesar de estar asustado, estaba entrenado para tales cosas. Agarró la moneda por instinto.