—Señorita Hazel, no la esperaba aquí. ¿Vino a tomar el lugar de su hermana? —Eva sonrió mientras caminaba perezosamente en la habitación. Su rostro tenía una serenidad calma y un atisbo de sonrisa elegante. Como si no se hubiera dado cuenta del comportamiento extraño de Hazel.
Se sentía como si Hazel fuera un payaso imaginando una historia en su mente y comportándose en base a ella, donde en realidad no había nada.
Hazel ocultó un gesto de desagrado. Dos pueden jugar a este juego. Nadie podía ser mejor que ella cuando se trataba de actuar.
—¡Jaja! Mi madre quería que hiciera eso. Estaba molesta porque nuestra familia había servido a este palacio por generaciones, pero de repente, por la tontería de mi hermana, el lugar quedó vacío. Lamentó haberle dejado el puesto a mi hermana en primer lugar. Si no fuera por... —se interrumpió, su rostro cubierto de pesar y agravio.