—Te gusta el vino, aunque sé que es malo para la deshidratación. Unos sorbos no serían tan malos —Damien no la dejó ir esta vez. La colocó sobre su regazo y rodeó su cintura con su mano derecha.
Ella no sabía que él podía usar su mano izquierda para comer. Cuánto no sabía sobre él.
Él levantó la copa de vino y se la ofreció. Ella observó el líquido rojo que brillaba bajo la suave luz de las velas. Podía ver su pálido reflejo en él.
—No bebas alcohol en absoluto —Ella recordó esas palabras. Resonaban en sus oídos como una sirena mientras acercaba la copa a sus labios. El niño tiene aproximadamente un mes. Aún no está formado. No tiene vida. No ha crecido. Si tomara unos sorbos, todos sus problemas terminarían. Todo volvería a la normalidad.