Eva miró hacia fuera de la ventana cuando escuchó el sonido de cascos. Su corazón se agitó nuevamente, pero solo era el carruaje del personal, cargado con comestibles. Fue directo a la puerta trasera que lleva a la cocina. Sus ojos se apagaron de inmediato.
Damien le había dicho que iría al palacio real. Y sabía que estaba lejos, así que tomaría al menos un día para que él regresara. Pero por alguna razón, estaba inquieta. Sentía una sensación extraña en su pecho. Como si algo le dijera que él estaba en problemas. Que la necesitaba. Aunque sabía que era una tontería.
Damien era fuerte y estaba entrenado como un caballero. Nunca llegaría el día en que necesitara de ella. Pero... cerró los ojos. Estaba pensando demasiado.
—Su gracia, ¿por qué no da un paseo por el jardín? O lee las cartas para usted y deja el trabajo para nosotras —dijo Emma con voz alegre. Ahora que tenía ayuda, no necesitaban a Eva allí y solo se sentía aliviada de que Diana ya no viniera.
