—No lo hice. No toqué mi tenedor —jadeó—. Había golpeado a Eva con sus tacones, no usando el tenedor. ¿Por qué dejaría una prueba frente a todos? —Esto... ella lo hizo por sí misma. Estoy diciendo la verdad. Lo hizo intencionalmente para acusarme —Elena señaló a Eva y gritó fuerte mientras su cuerpo temblaba de rabia. Si fuera posible, quería abofetear a Eva fuerte por el engaño, pero los ojos fríos de todos la miraban como si fuera una criminal.
—Juro que no lo hice —Las lágrimas llenaron sus ojos, pero nadie la miraba con simpatía. Todos la miraban como si estuviera senil. Había perdido su equilibrio mental y hablaba tonterías.
—Yo... no lo hice —repitió con una voz impotente mientras apretaba los dientes y fulminaba a Eva con la mirada—, estás jugando sucio. ¿Crees que lo dejaré pasar? —Saltó a sus pies, pero Hazel ya había tenido suficiente. Hizo una señal a sus caballeros y bloquearon a Elena para que no pudiera dar ni un paso hacia Eva.