—Lady Diana no ha venido a trabajar hoy. Ha enviado una carta diciendo que estaba ocupada ayudando a su hermana con la fiesta —Dami asintió, aunque sabía que eso no estaba en la carta que Eve había recibido.
—Y... he recibido una carta de la Señora Soliene. ¿La recuerdas? —Él asintió. Su cabeza se levantó lentamente para encontrarse con sus ojos. Ella estaba mirando intensamente sus propios dedos. —Le he encargado que vigile a Elena. Recientemente, ella había escuchado un nuevo rumor en la clase social —Evan hizo una pausa mientras luchaba por encontrar las palabras.
Dios sabía que no quería compartirlo con Dami pero al mismo tiempo sabía que él se enteraría tarde o temprano.
Dami trabajaba por separado y su hacienda estaba separada del imperio por densos bosques, pero eso no significaba que hubieran sido cortados de la sociedad. Ya podía imaginar a los ancianos irrumpiendo en su oficina para quejarse de nuevo sobre su esposa.