—¿Crees que ya está atrapada? —Evan lamentó el momento en que las palabras salieron de su boca. No quería sonar emocionada por arruinar la vida de alguien. Pero lo estaba... Estaba esperando a que Diana hablara de lo que su familia quería exactamente de Damien.
Esa era la única razón por la que aún no había publicado la prueba que había encontrado contra la familia del conde. Cotlin la había advertido que no dejara saber a los demás lo que estaba pensando. Las palmas abiertas no tienen valor, pero el puño cerrado vale un tesoro, le había dicho.
—Cotlin se encargará de eso. No te preocupes demasiado —asintió aliviada de que no la presionara. El calor que pasaba a través de sus manos le hacía sudar. El silencio se sentía extraño y se encontró mirando fijamente sus labios. ¿Es que acaso los hombres tenían labios agradecidamente curvos? ¡Se ven mejor que los de una mujer!