Suspiros y gritos llenaron la habitación. No porque fuera la primera vez que habían visto al novio besar a la novia. Pero era el duque maldito besando a una esposa pintada.
Cómo rodeó su cintura con los brazos y la atrajo hacia él. Podría haber sido un simple beso casto, pero él lo hizo apasionado. Inclinándose y succionando sus labios, adentrándose en ellos y explorándola. No estaba preocupado porque ella siguiera el ritmo, ya que se había casado una vez. Ella había estado con otro hombre.
Pero le sorprendió ver que ella era torpe. No sabía qué hacer con su lengua y se quedó allí parada, congelada.
Finalmente la soltó y miró a sus ojos. Su rostro tenía trazas de sombra negra que se había emborronado en el rostro de ella. Las manos de ella se movieron instintivamente hacia su rostro y tocaron la parte manchada de su cara.
—Mira lo que has hecho —suspiró ella sólo para dibujar una sonrisa en su rostro.