Cuando Evan entró al palacio, se sintió extrañamente desolado. No vio caballeros ni criadas. Incluso el mayordomo no estaba a la vista, aunque solía venir y atender sus necesidades.
Extrañó a Daisy enseguida. Pero Sophie... Ella debería estar aquí.
—¡Sophie! —Evan llamó cuando escuchó risas y se volvió hacia las escaleras. Elena estaba parada en el primer escalón con una mirada burlona en su rostro.
—Sophie no está aquí —ella bajó un escalón— nadie está aquí que te escuche y te ayude —Evan tuvo una sensación ominosa en ese momento cuando notó la mirada siniestra en los ojos de su hermana.
—He dado permiso a todos ya que habían trabajado el doble por el luto de nuestro padre. Les informé que yo iba a cocinar la cena esta noche para mi familia. El chef incluso me ayudó horneando pan por adelantado y preparando todos los ingredientes para la sopa. Parecía conmovida por mi consideración —Elena ya había bajado todas las escaleras y ahora estaba parada frente a Evan—. Todos pueden ver mi bondad, mi dulzura, hermana excepto tú. Eres tan fría conmigo como si quisieras que me muriera. ¿Me odias tanto, hermana? —su voz era suave, dolida pero fría y escondiendo algo siniestro cuando Evan respiró.
—Elena, no te odio. Nunca te he odiado. Eres mi hermana y aun ahora... —tocó las mejillas de Elena pero la mujer apartó las manos de su hermana mayor.
—Aun ahora estás mintiendo. Siempre mientes con esa cara fría tuya —Evan estaba segura de que vendría una bofetada después. Ya estaba preparada para el impacto. Lista para sostener las manos de su hermana y decirle que no era una pusilánime, pero el impacto no llegó.
Lo que llegó fueron dos hombres sujetándola.
—¿Pensaste que yo era un tonto para abofetearte? O bien me habrías detenido sujetando mi muñeca con tu agarre frígido o me habrías dejado abofetearte y luego habrías mostrado al mundo que te atormentamos. Harold ya me había advertido sobre ambas cosas —¿cuándo? El hombre estaba con ella en el carruaje. ¿Cuándo tuvieron tiempo para discutir su destino?
—Elena, has perdido la cabeza. ¿Cómo pudiste hacerle esto a tu hermana? Yo soy tu familia, no Harold —gritó mientras luchaba por liberarse. El miedo llenaba su corazón. Estaban dentro de su palacio. Nadie podría protegerla aquí. Si hacían algo... ¡no! Harold no sería tan cruel. Elena no podría hacer algo así.
A pesar de su negación, su corazón latía fuerte y buscaba rutas de escape pero todas las ventanas del palacio estaban cerradas. La puerta estaba cerrada con llave detrás de ella y no había criadas que vinieran a ayudarla.
—¡Ja! Basta de tus súplicas y provocaciones. No caeré en ninguna de ellas —Elena negó con la cabeza—. Has arruinado mi imagen hoy y pronto los rumores se esparcirán por todo el imperio pero ¿sabes qué podría ayudarme a deshacerme de mis rumores? —Elena sonrió, disfrutando completamente de la situación— otro rumor. Y tú lo harás por mí. Después de todo, somos familia —Evan luchó con fuerza. Pateó sus piernas en el aire mientras movía las manos en otra dirección pero el hombre la sujetó firmemente. La obligaron a arrodillarse en el suelo y pronto quedó completamente atrapada.
—No te preocupes hermana. Ellos no harán nada en realidad. Será solo para mostrar. Pero será suficiente para arruinarte por completo —Elena se rió mientras se giraba y caminaba hacia el sofá. Se sentó allí con toda tranquilidad como si esperara algún gran entretenimiento.
—Ahora, no sean demasiado rudos con ella. Después de todo, ella es mi hermana —el hombre asintió solemnemente y sujetó el cuello de su vestido.
—¡No! Por favor... ¡No! —Evan gritó y sacudió la cabeza. Las lágrimas llenaron sus ojos otra vez. Tres días... Pensó que dañaría su imagen esos días y dejaría el palacio ilesa. ¿Cómo fue tan tonta?
Si solo fuera el primer día, aún...
—No, Elena. Haré lo que digas. Debe haber otra manera —Evan suplicó. Mientras pudiera mantener su inocencia, no le importaría qué otras cosas tuviera que hacer. Pero Elena solo se burló.
—Otra vez siendo ingenua, hermana. ¿Olvidaste que no es tu primera vez? Y como te dije, no harán nada. Solo dejarán algo de daño y regresarán —la mujer se rió como si fuera una broma cuando Evan apretó los dientes.
Mordió las manos del hombre sobre sus hombros con fuerza.
—Elena, deténlos o te arrepentirás —advirtió con voz fría haciendo que Elena se riera pero sus ojos se volvieron fríos.
—Aún no has aprendido a suplicar correctamente hermana. ¿Crees que tienes derecho a amenazarnos? —negó con la cabeza con lástima cuando el hombre se estremeció y empujó a Evan al suelo.
Dos hombres se cernían sobre ella y la miraban con ira.
—Enséñenle una lección que nunca olvidará —La voz sonó distante mientras Evan intentaba levantarse y correr pero la sujetaron por los pies y la arrastraron de vuelta. Su cabeza golpeó el suelo y la arrastraron brutalmente.
—No tienes a dónde ir. Ahora sé una buena chica y coopera con nosotros o no nos contendremos más tarde —le advirtieron con voz fría pero ella ya no comprendía sus palabras.
Intentó correr otra vez pero falló y luego otra vez. No le importaba si moría en el intento, pero no dejaría que la tocaran.
—Les pagaré el doble —ofreció. No, el triple. Si me dejan ir. Haré cualquier cosa en mi poder para cumplir con sus otras condiciones...
Pero el hombre no se detuvo...