La ternura y el acto de hacer el amor entre ellos eran dos cosas diferentes. No podían conectarse en absoluto. Pero cuando él la miraba con esa mirada ardiente, no sabía cómo rechazarlo de nuevo.
No, nunca podía rechazarlo. Él notaba cómo se derretía y cómo sus pupilas se dilataban. Ella lo deseaba tanto como él a ella. Habían pasado días pero los pensamientos siempre lo dejaban temblando como si estuviera presenciando un milagro raro por primera vez en su vida y nunca tendría suficiente de ello.
Antes de que ella pudiera detenerlo, él la presionó contra el cabecero de la cama, levantó su barbilla con su dedo y bajó la cabeza. Ella cerró los ojos. Quizás solo fuera un beso. Sus labios ardientes quemaban con deseo y su corazón latía violentamente. Él levantó su cadena y cambió la posición de sus labios para poder tener un mejor acceso a su interior.