Estaba a punto de ir a ver a Wu Bai Hee antes de acostarme como siempre, pero Bin An Sha rápidamente lo impidió.
—Déjala. Si quiere armar líos, está bien, pero ya no la vamos a tratar —dijo mientras me empujaba de vuelta hacia el sofá—. Ha quemado este puente y necesita aprender que hay consecuencias por sus acciones. En serio, hasta un niño lo sabe. Es hora de que ella también lo entienda.
Fruncí la nariz, el único signo de protesta que hice. Realmente no estaba interesada en ir allí para que me gritaran de nuevo, así que esto me convenía.
—Está bien —refunfuñé—. ¿Vamos a dormir en el dormitorio otra vez? —pregunté, cambiando rápidamente de tema.
Habíamos estado jugando a las camas musicales todas las noches desde que empezaron los ataques de los zombis. Cheng Bo Jing había cubierto la mayoría de las ventanas con metal, pero me negué a dejar que hiciera todas. Después de todo, no iba a dejar a Hei afuera si quería entrar.
