Estaba a punto de responderle cuando Bin An Sha gritó mi nombre.
—Ve, parece que te necesita. Eres una buena chica, Wang Tian Mu; estoy tan contenta de que tú y Bin An Sha os hayáis encontrado —dijo Yi She Ji mientras me daba unas palmaditas en el brazo. La sonrisa en su rostro era casi maternal y me sentí mal porque le hubieran quitado a su hijo.
Habría sido una buena madre. Parecía del tipo que movería cielo y tierra por su hijo.
—Gracias —dije mientras me dirigía al pasillo de donde venía la voz de Bin An Sha—. Asegúrate de salir de aquí a salvo. Y si necesitas algo, ve al Gremio de Represalia y dile a Hu Wen Cheng que yo te envié. Él se asegurará de protegerte.
—Qué buena chica —dijo la mujer que parecía de mi edad con un tsk y sacudiendo la cabeza—. Estaré bien, pero gracias por eso. Si no te incomoda, pasaré de vez en cuando para verte.