—¿Marea zombi? —pregunté, levantando una ceja. Sí, sabía que técnicamente me estaba hablando a mí mismo, pero, en este punto, ¿qué iba a hacer al respecto? Mejor disfrutar de la compañía mientras la tenía.
—Sí, así es como algunos en la Ciudad D lo llaman. Dicen que los zombis casi se trepan unos sobre otros como olas intentando ser los primeros en llegar a la ciudad —respondió Bai Long Qiang.
—Sabes que los zombis no existen realmente, ¿verdad? Que no son más que una especie ficticia creada por un cineasta del País M llamado George A. Romero. Y aún así, ni una sola vez los llamó zombis —repliqué, dirigiéndome al salón y sentándome al lado de Cheng Bo Jing.
Tal vez estaba volviéndome loco si pensaba que ahora los zombis existían.
—¿Y cómo llamarías a una criatura que no puedes matar, que simplemente se regenera como un personaje de videojuego y come personas? —espetó Bai Long Qiang mientras se dejaba caer en uno de los sillones grandes. Reina del drama.