Fue una larga caminata de regreso a la autopista, y el sol ya empezaba a desaparecer en el momento que logramos pasar por el bosque.
Había sido superado en votos sobre ir a la autopista. Sabía que no iba a ser una buena decisión, pero los demás creían que era el lugar más fácil para establecer el campamento.
Así que cerré mi boca y mis ojos.
—¿Qué diablos pasó aquí? —jadeó uno de los hombres frente a mí, y abrí un solo ojo, más que consciente de lo que nos estábamos internando.
Pero no creo que los otros equipos supieran que parte del Sindicato de la Montaña Negra y todos los Equipos Princesa habían aprovechado para escapar mientras estaban encerrados.
Me pregunto cómo se sentirían si lo supieran.
Pero la carnicería frente a mí era algo que ni siquiera yo había previsto. Había charcos de sangre por toda la carretera, algunos tan grandes que cubrían el cemento de un lado al otro.
Había algunas gotas azules y moradas, pero estaban completamente tragadas por la sangre humana.