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—Patético.
Alfa se sentó en su trono en las gradas y observó cómo el luchador humano se retorcía tratando de escapar de los Segadores debajo de él.
Era un equilibrio delicado tenerlo colgado de los brazos lo suficientemente alto como para ser visto por la audiencia y lo suficientemente bajo para que los miembros de su horda aún pudieran ponerle las manos encima.
Pero todo el asunto no era nada, si no patético. El humano empezó a gritar en el segundo en que un Segador le rompió un hueso, y todavía quedaban 205 por romper antes de que Alfa le concediera la muerte. Quizás debería hacer que el sanador entrara en la arena con el otro humano para que pudiera curarlo una y otra vez mientras hacían todo lo posible por quebrantarlo.
Infierno, el castigo por huir duraría días si ese fuera el caso, entonces su mensaje quedaría claro. Nadie lo traicionaba ni intentaba escapar. Simplemente no era así como se hacían las cosas.