—Entonces, ¿por qué sigues mirando a Xiang'er? —preguntó Mu Yucheng fríamente.
Hu Wenfeng pensó un rato y dijo —Siempre siento que la Señorita Xu tiene un cierto aura que no pertenece a los humanos que me recuerda a alguien que conocía. Justo ahora, cuando el niño dijo que ella no es humana, me recordó esto. Solo era curiosidad y miré a la Señorita Xu un par de veces más.
Al escuchar las palabras de Hu Wenfeng, Mu Yucheng bajó la mirada y no habló. También había sentido el aura que emanaba de Xu Xiang desde su primer encuentro. Pero como esa aura era igual a la suya, no había pensado mucho en ello tampoco. Después de escuchar las palabras de Hu Wenfeng, Mu Yucheng finalmente lo pensó seriamente.
No mucho después, el anciano regresó con un grupo de personas. Xu Xiang levantó la vista y vio que el anciano regresó con al menos veinte personas. Aunque todos eran bastante delgados, eran todos hombres y parecían fuertes.
El anciano miró a los aldeanos y dijo —Son ellos. Pasen, pasen.
