Temprano a la mañana siguiente, cuando el cielo acababa de cambiar de color, Mu Yucheng ya estaba esperando a Xu Xiang frente a su habitación. Después de esperar otras dos horas, la puerta cerrada se abrió desde adentro.
Xu Xiang no se sorprendió al verlo allí. Parecía que cada vez que se despertaba, él siempre estaba esperándola. Así había sido desde la primera vez que se conocieron.
Xu Xiang bostezó y dijo somnolienta:
—Buenos días, Mu Yucheng.
Mu Yucheng miró su cara soñolienta, sonrió levemente y dijo suavemente:
—Buenos días, Señorita Xu. ¿Durmió bien anoche?
Xu Xiang bostezó de nuevo, negó con la cabeza y dijo —No sé por qué, pero realmente no pude dormir anoche.
Al escuchar lo que dijo, Mu Yucheng lo pensó, pero no dijo nada. Xu Xiang cerró la puerta y dijo —Bajemos a comer algo.
—Mhm —Mu Yucheng asintió y la siguió escaleras abajo.
Al entrar en el salón principal de la posada, vieron que Xiao Shao y otros ya habían llegado.
