Suspiré mientras observaba la figura dormida de Jahi.
Después de una noche acalorada, habíamos caído dormidas en brazos una de la otra, aprovechando al máximo nuestra última noche en casa.
Jahi yacía en la cama desparramada, su gran cuerpo ocupando una buena parte de la cama. Envuelta en sus brazos había una almohada, la cual abrazaba firmemente contra su pecho, con la nariz hundida en ella mientras tomaba respiraciones profundas y rítmicas.
Sonriendo al escuchar cómo murmuraba "Kat..." en su sueño, en silencio me dispuse a empacar nuestra ropa y otros objetos, colocándolos dentro de dos grandes maletas que la Condesa nos había dado.
Ambas teníamos muy poco; Jahi tenía un vestido, tres trajes y tres conjuntos informales diferentes, así como algunas prendas de noche diferentes. En cuanto a mí, tenía tres vestidos de sirvienta, mi conjunto marrón de ropa para actividades físicas y algunas prendas de noche.