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Cuando habíamos entregado nuestros materiales excedentes y solicitudes, Jahi decidió que quería comer fuera, arrastrándonos hacia la ciudad y hacia un restaurante del que había oído hablar.
Al entrar, suspiré ya que, como era de esperar, el lugar al que nos llevó era un establecimiento de barbacoa todo lo que puedas comer, donde la alta demoness dejó las monedas requeridas para la comida antes de guiarnos hacia nuestra mesa.
Anput y Jahi empezaron a asar sus propias comidas tan pronto como la bandeja de carnes crudas estuvo disponible, y Leone me miró de reojo, sus ojos se abrieron de sorpresa cuando le ofrecí mi muñeca.
Mirándolos comer todos con caras de satisfacción, suspiré de nuevo mientras lentamente me encontraba calculando cuántas comidas podría haber hecho con la moneda que Jahi usó para pagar esto, solo para tener que dejar ese pensamiento a un lado ya que se volvía más deprimente de lo que valía la pena.
