Sentada en el carruaje, la Condesa tarareaba para sí misma mientras miraba por la ventana. Yo me movía inquieta en mi asiento debido al nerviosismo, finalmente suspiró y me arrastró a su regazo, acariciando rítmicamente mi cabeza. Mirándola, ella tenía una sonrisa suave en su rostro, su mirada llena de calidez. Acurrucándome en ella, continuó tarareando. Cerré los ojos, disfrutando la sensación de ella acariciando mi cabeza y escuchando su feliz tarareo. Eventualmente, sacudió mis hombros, señalando al exterior.
Mirando por la ventana, vi un hermoso pueblo en la cima de una pequeña colina. Los edificios eran limpios y simples, con cimientos de adoquines y paredes encaladas, rematados por un elegante techo inclinado hecho de madera oscura. La gente que caminaba por las calles empedradas sonreía, riendo, mientras hacían sus quehaceres. Muchos saludaban al carruaje, con sonrisas en sus caras al hacerlo. La Condesa devolvió sus saludos, haciendo que muchas personas se sonrojaran. El carruaje finalmente se detuvo, y se abrió la puerta, uno de los guardias hizo una leve reverencia al ofrecer su mano para ayudar a la Condesa a salir. Tomándola, ella le sonrió antes de poner una moneda en su mano, diciéndole que disfrutara, ya que estaríamos un buen rato.
Mirando el edificio frente a nosotros, parecía como los otros, la única diferencia siendo el cartel que mostraba un carrete de hilo, con runas sobre él.
Leyéndolo, dije "¿Hilo de Án...Ángel? ¿Hilo de Ángel?"
Revoltiendo mis orejas, la Condesa me elogió —¡Buen trabajo, Kat! Sí, este es Hilo de Ángel, una tienda que opera en todo el Imperio. Esta sucursal está dirigida por una buena amiga mía— dijo esto, empujó la puerta. Docenas de maniquíes estaban dispersos en la habitación, mostrando diferentes vestidos y trajes. Las paredes mostraban carretes de diferentes telas, cada uno de un color o patrón diferente. Había unas cuantas mujeres dentro, inspeccionando los diversos vestidos, susurrando entre ellas. Al fondo de la habitación había lo que parecía un pequeño café, ya que había un par de mesas, cada una con una tetera y platos preparados. Unos cuantos hombres estaban sentados en las mesas, lanzando miradas aburridas a las mujeres.
La Condesa, conmigo todavía en sus brazos, caminó hacia el fondo, atrayendo la atención de la gente en la habitación. Las damas suspiraron, mientras los hombres se levantaron de un salto de sus asientos, inclinándose rápidamente. Mientras avanzaba con la mano libre y caminaba hacia el fondo, podía escuchar los susurros frenéticos detrás de nosotros.
El cuarto del fondo era bastante grande. con varias mesas, telares y máquinas de coser dispersas. Ropa medio terminada estaba esparcida, y pude escuchar a alguien murmurando para sí mismo más allá. Suspirando, la Condesa avanzó hacia el fondo. Lo que nos recibió fue una mujer grande, o más bien, una gran Arácnida.
Ocho largas patas brillantes, todas conectadas a un cuerpo de araña de color púrpura profundo. Donde debería haber estado la cabeza, brotaba un torso humano, mostrando una mujer medio desnuda con pechos enormes. Su cara era hermosa, con dos grandes ojos carmesí, labios llenos y regordetes, y una nariz delicada. Su cabello era negro azabache, cayendo sobre su mitad araña. Al levantar la vista, sus ojos se agrandaron, antes de que se apresurara hacia adelante, envolviendo a la Condesa en un abrazo, enterrando mi cara entre sus generosos pechos.
—¡Oh, mi hermosa, hermosa Ria! ¡Finalmente decidiste visitar! ¿Finalmente decidiste abrazar los aspectos más bellos de ser mujer? ¡Tengo tantas ideas geniales, desde vestidos regios hasta un vestido de seductora! —Riendo, la Condesa se apartó, permitiéndome respirar de nuevo—. En realidad, estoy aquí para conseguir ropa para mis pequeños. Esta es la hija de Julie, Katherine. Recuerdas a Julie Zara, ¿verdad?
—La Arácnida se inclinó hacia adelante, mirando mi cara—. No pude verlo antes, pero tenía tres ojos más pequeños sobre cada ceja. Cada uno era completamente carmesí, y todos se estrecharon—. Hmm... sí... aceptable, supongo. Definitivamente veo a Julie en ella. Misma mirada dócil, mismos ojos ámbar...
—Suspirando, se apartó, antes de poner cara de enfado—. ¿Por qué no te pones algo más que esas túnicas de sacerdotisa, hmm? ¡Podría hacerte tan irresistible que la Marquesa no podría apartar la vista de ti!
—Confía en mí, se necesita muy poco para hacerme irresistible para ella. Solo muestro un poco de piel y ella está encima de mí. —La Condesa respondió secamente.
—Sacudiendo la cabeza, ella hizo un gesto alrededor de la habitación, antes de señalarme—. Necesito un vestido especial para ella. Su vestido de criada. Vestido negro, hmm... vayamos con un delantal rojo, para complementar su cabello. Nada lujoso, solo hazlo un vestido de criada normal, pero cambia el blanco por rojo. Hazlo también de Tela de Crecimiento. ¿Es eso posible?
—Suspirando, la Arácnida le dio a la Condesa una mirada seca—. ¿En serio, me estás preguntando a la mujer que hizo innumerables vestidos de baile para la Emperatriz y sus hijas, si un vestido de criada es posible? Sí, Ria, es aburridamente posible. Sin embargo, ¿realmente vas a derrochar en esto? Odio ser así, pero ella es solo una sirvienta. ¿Por qué molestarte en usar lo bueno?
—La Condesa rió, colocando su mano en el hombro de la Arácnida—. Violeta, querida, si hay algo que Chordeva y yo tenemos en abundancia, es dinero. Tenemos más que suficiente para durar docenas de generaciones. Además, a Jahi le gusta la chica, y de todos modos están unidas de por vida. Prefiero tener que conseguirle un vestido en lugar de docenas.
Violeta se sonrojó, mirando la mano en su hombro. —Bueno... si es lo que quieres, Ria...
Sacudiendo la cabeza, la Condesa continuó. —También quiero que hagas un juego de ropa de noche a juego, uno negro, uno rojo. Ambos de Tela de Crecimiento. Finalmente, ¿recuerdas la ropa que hiciste para Chordeva? Haz lo mismo, pantalones negros, camisa morada y una capa negra, con un forro morado. Si recuerdo bien... ¿costó cincuenta Chordeva? Entonces esto saldrá a unos doscientos, ¿verdad?
Violeta asintió, sacando una libreta y anotando todo. Mientras lo hacía, yo miré hacia arriba a la Condesa, preguntando —¿Qué es la Tela de Crecimiento?
Revoltiendo mis orejas, respondió. —Es una tela que ha sido tejida con hilo mágico. Crece con el usuario, es extremadamente duradero y se limpia fácilmente. Costoso, pero considerando que este atuendo siempre te quedará, vale la pena el costo. Además, si yo no hiciera esto ahora, Jahi lo haría eventualmente por sí misma.
La Condesa apretó los labios, estrechando los ojos. —Sabes qué Violeta, aceptaré tu oferta. Quiero un corsé y lencería.
Se hizo el silencio en la habitación, y juro que vi salir vapor de la cabeza de Violeta. Dejó caer su libreta, sus manos temblando. Colocándome suavemente en una silla, se quitó rápidamente la ropa hasta quedarse solo con la combinación que llevaba puesta, doblando la túnica y entregándomela. Violeta se acercó lentamente, sacando una cinta de medir, babeando ligeramente. La Condesa se dio la vuelta, diciendo —Acaba con las medidas. Ah, y si intentas algo, te romperé los brazos.
Violeta se quedó rígida, avanzando de nuevo, envolviendo suavemente la cinta de medir alrededor de la Condesa. Ella parecía estar luchando por no extender la mano y aferrarse a la Condesa, si los músculos temblorosos y su retroceso no eran mi imaginación.
Al terminar, Violeta se dio la vuelta, un delgado chorreo de sangre saliendo de su nariz. La tela que sujetaba sus pechos no ocultaba su pezón muy erecto, y la tela que cubría donde asumí estaba ubicada su entrepierna era un tono más oscuro que el resto del material. Recogió su bloc y anotó las medidas.
La Condesa se acercó, guiñándome un ojo y tomando de nuevo su túnica. Se inclinó y susurró —Es muy divertido burlarse de la gente. Más te vale esperar que Jahi no haya heredado eso de mí.
Asentí, esperando lo mismo. Ella ya parecía bastante... intensa. Si encima de eso era una burlona... Dios me ayude.
Después de vestirse, me recogió nuevamente, caminando hacia la puerta para salir —Violeta, querida, pagaré con nota de banco. Oh, y confiaré en tu criterio en mi pedido personal. Solo envía la ropa terminada al castillo, ¿quieres?
Violeta se giró bastante rápido, tartamudeando —Ah... es-espera! Yo... necesitaré que... uhm... ¡lo pruebes! Sí, necesitaré que pruebes la lin-lingerie antes de dejarte mostrarla a la Marquesa!
Riendo, la Condesa se volvió hacia Violeta, riendo más fuerte cuando vio que Violeta tenía otra hemorragia nasal —¿Y cuándo debería venir a modelar... digo probarlo, para asegurarme de que quede bien?
—¡Una semana! No, ¡tres días! ¡Lo tendré hecho en tres días! ¡No dormiré!
Asintiendo, la Condesa simplemente salió por la puerta, caminando de regreso por la tienda. Mirándola, pregunté —¿Cómo conoces a la Señorita Violeta?
—Ah, ella fue a la Academia Real, al igual que Chordeva y yo. Tenía bastante interés en mí, hasta el punto de poner trampas en mi dormitorio para atarme. Lamentablemente para ella, Chordeva y yo ya estábamos comprometidos, así que dormimos juntas. A Chordeva le pareció divertido, aunque. A ella realmente le gustaba la idea de atarme. Pobre Violeta entró a ver a alguien más disfrutando de su arduo trabajo. Ja, extraño esos días.
Al salir, la Condesa miró hacia el cielo, frunciendo los labios —¿Visitamos más tiendas, Kat?