Dentro del amparo de las sombras, era difícil distinguir exactamente qué estaba ocurriendo aparte de los rápidos movimientos de los wyverns. Su cuerpo espantosamente blanco facilitaba ver cuán rápidos y mortales eran.
Para Alicia, ella tenía el beneficio de ver las etiquetas sobre sus cabezas y así podía estimar el caos interno.
Cada aleteo de sus alas cortaría a los examinandos por la mitad mientras las llamas quemarían a otro grupo. Estos wyverns apuntaban primero a las presas fáciles, aquellos que corrían, perdían la compostura y entraban en pánico, mientras que aquellos que permanecían en grupo y mantenían la guardia eran ignorados por el momento.
A medida que continuaban disminuyendo los rezagados, sus gritos atormentaban a los supervivientes ya que estaban ciegos a lo que estaba sucediendo.
Todo lo que los rodeaba era oscuridad.
El mayor temor del hombre es el temor a lo desconocido. En este terreno de caza de la creación de los wyverns, todos eran presa.