Por su comando, llamas brotaron del cuerpo de Alicia. Una variedad de azules, rojos y púrpuras vibrantes danzaba a su alrededor mientras se lanzaban y fusionaban en uno solo.
El sonido de cadenas rompiéndose pudo oírse seguido por un profundo rugido que resonó a lo largo de la Arena.
De esta llama, una única cabeza dracónica se manifestó. A diferencia de antes, su forma no era una silueta difusa formada por las llamas. Su forma estaba envuelta por la oscuridad, pero uno podía decir que el cuerpo estaba encerrado por una capa de escamas negras que parecían devorar toda luz que tocaban.
Debajo de las escamas, un infierno se enfurecía con el pulso de la vida.
Desde su cabeza, el dragón portaba varios ojos morados penetrantes, cada uno brillando con malevolencia, odio y crueldad sádica. Cada uno pareciendo mirar en lo más profundo de tu alma.