Sujetándose la cabeza por el dolor, el hombre miró fijamente a Alicia antes de tomar respiraciones profundas para calmarse.
Tanto Alicia como Ria estaban confundidas por sus reacciones, pero en ese momento no podían hacer nada.
«Ella no tiene alma, pero está en este reino. Algo la ancla al reino de los vivos... Pero, ¿qué?», pensó el hombre para sí mismo.
Había intentado escudriñar la verdadera naturaleza de sus almas, para ver por qué eran capaces de resistir la influencia de su misericordioso señor. Para Ria, era porque el Culto del Eclipse mantenía su control sobre ella.
Para Alicia, era algo demasiado paradójico en su naturaleza. Un ser sin alma y aun así es arrastrada al reino de las almas. Una que debería ser una cáscara, pero que podía pensar y actuar por sí misma.
Extraño, demasiado extraño.
Superando el shock inicial de casi tener su alma devorada por esta cáscara, el hombre observaba en silencio mientras contemplaba sus próximos movimientos.
