Al llegar a su destino, Allura hizo que el conductor regresara a la ciudad, ya que no tenía sentido que esperara. Con solo tres de ellas en la escena, Allura sacó un nuevo cigarrillo antes de tomar una profunda respiración.
—Bien entonces. ¿Están listas para saltar? —preguntó Allura, mientras Alice permanecía en silencio.
Después de todo, la escena frente a ellas solo podía describirse como absurda.
Estaban de pie al borde de la hendidura que Gin había desatado durante su lucha contra la Muerte Blanca. Incluso ahora, se podía sentir una aura opresiva como un dolor fantasma constante de una guadaña apuntando a su garganta.
—¿Vamos... a saltar? —preguntó Alice, ya que esperaba que Allura las llevara a las montañas o a una cueva que descendiera como el camino que había descubierto la última vez.