{Cuervo}
Cuervo estaba delante del espejo, ajustando su capa oscura una última vez. Sus ojos grises, agudos y alertas, examinaban críticamente su reflejo.
Perfecto. Ni un cabello fuera de lugar.
Su mirada se desvió hacia la cama vacía de Melisa, por sí sola. Las sábanas aún estaban arrugadas y había un libro olvidado abierto sobre la almohada.
«Una semana más», pensó Cuervo. Su pecho se apretó inesperadamente. «No la extrañas. Estás bien. Puedes hacerlo.»
Una semana más antes de que el entrenamiento de Melisa con la hechicera de la corte se completara. Una semana más antes de que ella regresara y las cosas no fueran tan malditamente tranquilas aquí.
Los labios de Cuervo se torcieron en lo que podría haber sido una sonrisa.
Sacudió la cabeza, desterrando los pensamientos. No hay tiempo para eso ahora.
Con una última mirada a su reflejo, Cuervo salió al pasillo.
Javir estaba allí, apoyada contra la pared. Su cabello color de sol brillaba en la tenue luz.