{Cuervo}
Cuervo yacía en la cama, mirando fijamente hacia el techo.
...
La habitación se sentía demasiado silenciosa. Demasiado vacía sin la constante charla de Melisa y el suave roce de su cola contra las sábanas, o de su pluma garabateando sobre el pergamino.
[Supongo que me he acostumbrado al ruido,] reflexionó Cuervo, con una sonrisa irónica asomándose en la comisura de su boca.
Un golpe repentino en la puerta la sacó de sus pensamientos.
En un instante, Cuervo estaba de pie, con un cuchillo casi materializándose en su mano como por obra de magia. Las viejas costumbres mueren duramente, y aun después de todo este tiempo en la academia, no podía deshacerse completamente del instinto de estar siempre en guardia.
Se acercó sigilosamente a la puerta, sus pasos silenciosos sobre la alfombra mullida. Tomando un respiro profundo, la abrió de un tirón, lista para enfrentarse a cualquier amenaza que estuviera del otro lado.