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Cuando el rey se disculpó, dejando a Melisa sola con la hechicera de la corte, ella no podía desprenderse de la sensación de que las próximas cuatro semanas iban a ser... intensas, por decir lo menos.
—Sé encantadora —la voz de Javir resonó en su cabeza como las palabras de un ser divino—. Sé tú misma.
Tomando una respiración profunda, Melisa avanzó más adentro de la oficina.
—Es un honor conocerla, Señora Vortell —dijo, su voz más firme de lo que se sentía—. Yo...
Estaba a punto de decir, "he oído mucho sobre usted," pero no había sido así, por lo que no quería que la retaran a eso.
Lo último que necesitaba era que la hechicera de la corte dijera, "¿Ah sí? Nombra 5 de mis logros" y que Melisa respondiese con un silencio atronador.
—Yo... he estado esperando esto desde hace tiempo.