Hasta ese momento, ya estaba bien establecido en la mente de Melisa que una de las pocas formas en las que podía ignorar las necesidades de su cuerpo era distrayéndose.
Y, en este momento, la mayor distracción era el hecho de que en ese aula, con ella en ese momento, a solo un asiento de distancia, estaba Raven Canción Nocturna, una mujer de la que Javir sospechaba que era peligrosa.
«¿Realmente podría ser algún tipo de espía oculta o algo así? Pero, aunque lo sea, ¿sus intenciones no son necesariamente maliciosas, verdad?»
—Prima, ¡estás tan distante de repente! —se quejó Isabella mientras se sentaba en el regazo de Melisa. El profesor aún no había llegado—. No te... asusté, ¿verdad? —preguntó con una pequeña sonrisa pícara.
—¿Eh? No, yo... —Melisa miró hacia otro lado—. Solo estoy pensando.
—¿Mhm?
«¿Y si... Y si ella es algún tipo de luchadora experimentada y vieja? Quiero decir, esa cicatriz en su rostro proviene de algún lugar. Quizá- ¡AY!»