La cola de Isabella se agitaba con anticipación mientras acomodaba cuidadosamente los pasteles dorados en una bandeja de plata. El aroma de la canela y los clavos inundaba el aire.
Hoy, tenía ganas de comer algo... al estilo de Yalmir. No estaba segura de por qué, pero allí estaba, con una comida completa en sus manos antes de que la manecilla pequeña del reloj en la pared hubiera alcanzado siquiera el centro.
Hummedaba suavemente, levantando la bandeja y caminando a través de la casa de los Summer.
Al acercarse a las puertas del jardín, Isabella se detuvo, tomando una profunda respiración para calmarse.
Los eventos de los últimos días pesaban enormemente en su mente. La imagen de su madre, ensangrentada y rota tras el ataque del Mago Sombrio, se negaba a desaparecer.
Isabella sacudió su cabeza, forzando una sonrisa mientras empujaba las ornamentadas puertas de vidrio.