El Dr. Harris estaba sentado tras su escritorio, hojeando el expediente de su paciente y tomando notas cuando la puerta de su oficina se abrió de repente. Sobresaltado, levantó la vista para ver una figura inesperada en el umbral.
—¿Sr. Smith? —exclamó el Dr. Harris, su sorpresa evidente en su voz al reconocer a su inesperado cliente.
—¿Qué hace él aquí en mi clínica? Pensé que nunca quería volver a ver mi cara. —Reflexionó el Dr. Harris para sí mismo.
—Me alegra que aún pueda recordarme, Dr. Harris. Vine aquí para preguntarle algo —dijo Dominique, con un tono de urgencia en su voz mientras avanzaba hacia el interior de la oficina.
—¿Cómo puedo olvidarte, Sr. Smith? Tú eres la razón por la que dejé Ciudad de York y abrí mi propia clínica aquí —respondió el Dr. Harris, señalando la silla frente a su escritorio—. ¿Qué quieres saber de mí?