—No tenía a dónde ir…
Cuando Lanny escuchó estas palabras, los recuerdos inundaron su mente repentinamente. Ella había pronunciado esas mismas palabras hacía cinco años cuando Enzo la salvó. Sin pensarlo, Enzo le ofreció de inmediato quedarse en su lugar. Incluso trató su herida y cuidó de ella.
La generosidad de Enzo la conmovió profundamente. Ayudó desinteresadamente a una completa desconocida sin esperar nada a cambio.
—Ejem, ¿Lanny? —La voz de Enzo la trajo de vuelta al presente.
Al mirarlo, notó su rostro sonrojado y cómo masticaba nerviosamente su labio inferior, evitando su mirada. Lanny se dio cuenta de que había pasado por alto su apariencia.
Estaba vestida solo con una camisa blanca grande, apenas ocultando sus suaves muslos. Sin embargo, lo que parecía capturar más la atención de Enzo eran sus prominentes pechos gemelos, ya que no llevaba sostén.