Después de dejar el hospital, Dominique no regresó a la Mansión Smith. Prefirió quedarse en Villa Dorada. Afortunadamente, Sasha estaba en la empresa y tenía una reunión con su equipo de mercadotecnia.
—Me pregunto qué estará haciendo ahora —murmuró Dominique mientras miraba su teléfono. Estaba pensando en Atenea en ese momento.
—Quiero verla.
Incapaz de resistir el impulso de encontrarse con Atenea, Dominique marcó su número. Atenea acababa de terminar de hablar con Enzo cuando su teléfono sonó.
—¿Hola? —se escuchó la voz de Atenea desde la otra línea.
Dominique no pudo evitar sonreír al escuchar su voz. ¡La extrañaba tanto y quería estar con ella todos los días!
—¿Estás libre? ¿Puedes venir aquí a Villa Dorada? —Dominique le preguntó suplicante. El anhelo era evidente en su tono.
Atenea guardó silencio por un momento. Echó un vistazo rápido a Enzo, que estaba sentado a su lado. Estaba contenta de haberle revelado finalmente su identidad a su hermano.