Lanny se agarraba de algo mientras se preparaba, sus dedos sujetando el borde del sofá y el respaldo mientras Enzo seguía devorando su parte íntima.
Su respiración agitada y gemido fuerte resonaban en la sala de estar. Incluso arqueaba sus caderas de vez en cuando, haciendo más contacto con los labios y la lengua de Enzo.
Seguía girando la cabeza de un lado a otro, gimiendo sin parar.
Enzo la estaba complaciendo más de lo que ella podía imaginar. Su lengua exploraba cada rincón de su sexo, lamiendo todos sus jugos de amor.
Podía sentir que estaba a punto de alcanzar su orgasmo, pero quería contenerse. Todavía quería disfrutar de la estimulación de Enzo. Se preguntaba cuánto tiempo podría resistir la dulce tortura mientras se desafiaba a sí misma.
—¡Oh sí! Enzo, dame más… Muéstrame… ahh… lo que puedes hacer —animaba Lanny a Enzo aún más.