Athena notó que Dominique la había estado observando a ella y a Vladimir. Inmediatamente atrapó la mano de Vladimir que estaba tocando su cara. Luego simplemente tiró de su mano debajo de la mesa.
Dominique apartó la vista, desplazando su mirada hacia su propio plato. Ya no podía saborear la comida después de perder el apetito.
Nunca había imaginado que le dolería tanto ver a Athena con otro hombre... un hombre que la cuidaba, valorándola como a una joya preciosa.
—Esta es la mujer que di por sentado... Y ahora, alguien más la está cuidando, en lugar de mí —Dominique sonrió amargamente ante ese pensamiento.
—Sé que ella se merece a alguien mejor... Yo solo le doy dolor y angustia. ¿Será más feliz estando con otro hombre? —se preguntó a sí mismo.
—Sr. Smith, ¿qué tal la comida? ¿No es de su agrado? Estos son los platos favoritos de Athena —La voz de Vladimir lo sacó de sus pensamientos.
—Él también conoce su comida favorita —pensó Dominique, forzando una sonrisa.