Melody estaba impactada más allá de lo creíble. Su voz había quedado grabada en las grabaciones. Y ella reveló la verdad en su estado de ebriedad.
—¡De ninguna manera! Tú fabricaste eso. ¡Esa no soy yo! No me mientas, Oliver. ¡Eres tan malvado! Ahora te haces la víctima. ¡Qué descaro! —Melody continuó negándolo.
Oliver solo podía sacudir la cabeza impotente. Ya lo había esperado. Melody no lo admitiría fácilmente.
—No me crees —dijo—. Entonces tienes que verlo con tus propios ojos.
Oliver tomó el control remoto de la televisión de pantalla plana. La encendió y le mostró un video.
Melody jadeó, cubriéndose la boca con las manos, sus ojos abiertos de par en par en shock.
En el video, se veía su versión ebria en un lugar desconocido.
—¿Dónde diablos es eso?