—¡Me gustas!
—... —dijo Athena.
La repentina confesión de Vladimir la tomó por sorpresa. Su cuerpo se tensó y sus ojos se abrieron de par en par en completa conmoción.
«¿Qué acaba de decir? ¿Está hablando en serio?», pensó Athena, parpadeando varias veces. Sintió que su agarre se apretaba alrededor de su cuerpo.
—¿V? —su voz tembló al llamarlo por su nombre. No sabía si había escuchado bien o no.
—Athena… no tienes que responderme ahora. Solo quiero que sepas que me gustas. Tengo sentimientos por ti. Ya no puedo ocultártelo —dijo Vladimir, armándose de valor y confesando sus sentimientos hacia ella.
Athena se quedó sin palabras. No vio venir esto.
—Esta es la primera vez que siento esto por alguien. Siempre quiero verte. Quiero protegerte y mantenerte a salvo. Siento celos cuando te veo con alguien.