—¿Dónde está mi teléfono? —preguntó apresuradamente Athena a Dominique. Quería verificar si Vladimir le había enviado un mensaje.
Dominique había notado la mirada preocupada en los ojos de Athena. —¿Está pensando en ese tipo?, reflexionó. Su expresión se volvió sombría cuando pensó en Vladimir.
El teléfono de Athena todavía estaba en su bolsillo. Lo apagó hace un rato después de responder a la llamada de Vladimir. Dominique estaba renuente a devolverle el teléfono, sin embargo, no tenía opción.
Simplemente lo sacó de su bolsillo, entregándoselo a Athena.
Athena parpadeó desconcertada, mirándolo sospechosamente. —¿Por qué tienes mi teléfono?
—Estabas profundamente dormida antes, y tu teléfono no paraba de sonar, así que lo tomé... porque no quería despertarte —le respondió Dominique.
—¿Lo contestaste? —Athena le preguntó de nuevo.
—Sí. Lo hice —respondió Dominique despreocupadamente como si no hubiera hecho nada malo.