En ese momento, Xu Feng sintió un atisbo de frustración revolviéndose dentro de él. El silencio a su alrededor, acentuado por la danza de las llamas al aire libre, solo alimentaba su contemplación. El olor del animal cocido permanecía en el pabellón, un aroma terroso que añadía a la atmósfera solemne.
Xu Feng quiso decir las palabras que salieron de su boca.
Reflexionaba sobre su situación, sintiéndose confinado dentro de los límites de sus propios pensamientos. La apertura de Bai Mo contrastaba enormemente con la falta de información útil por parte de sus amantes.
Bai Mo, a pesar de no estar entre los "elegidos", estaba dispuesto a compartir lo poco que sabía sobre aquellos de linajes inmortales y este mundo místico incluso antes de "activar" su propio linaje.
Bai Mo incluso correría el riesgo de presentarse frente a la principal familia Bai en unos días.