El examen había llegado a un completo punto muerto en medio del creciente alboroto. El ger de cabello castaño, aparentemente desconcertado, observaba al grupo de compañeros de examen con el ceño fruncido.
No era el único examinado que observaba al grupo mientras el soplón continuaba.
—¡Él hizo trampa! ¡Hizo trampa! —resonaba en el área del examen antes tranquila, transformándola en un centro de confusión.
Un ger lindo, ahora identificado como el delator, permanecía sin disculparse verbalmente mientras acusaba al tramposo alegado. Incluso en la estricta atmósfera de la sala de examen, no se encogió lo más mínimo. Su atuendo era lujoso y opulento, completamente diferente del ambiente serio del entorno del examen.
Ming Hua había capturado la atención de todos desde su entrada el primer día del examen de eruditos locales. Ambos días había lucido un abrigo de piel de un llamativo tono naranja-rojizo y una elaborada pieza para la cabeza.
