Una vez que Xuan Yang puso su mano suavemente sobre el vientre redondeado de Xu Feng, una atmósfera de calma y serenidad envolvió la habitación. Ya no había necesidad de palabras o explicaciones; sus acciones habían transmitido todo lo que necesitaban decir.
Los dos padres estaban decididos a permanecer al lado de Xu Feng mientras él siguiera dormido, atesorando el momento de paz que compartían.
A medida que pasaban las horas, la habitación permanecía quieta, y el ger de cabello plateado yacía en un profundo sueño de espaldas, su vientre hacia arriba y vulnerable. Su estado de descanso no había sido interrumpido y parecía completamente inconsciente de los dos hombres que lo vigilaban protectoramente a su lado.
Xuan Yang descansaba a un lado de Xu Feng, mientras Xuan Jian ocupaba el otro, sus grandes y fuertes manos descansando con ternura sobre el vientre del ger. Habían aprendido bien la lección, y ambos toques eran suaves y cuidadosos, dejando a Xu Feng sin perturbar.