La voz de Xu Feng era serena, pero había una corriente sutil de determinación que insinuaba su falta de disposición a rendirse.
Aun así, su corazón se hundió cuando las palabras del funcionario calaron en él. A pesar de sus mejores esfuerzos, no pudo evitar los obstáculos burocráticos que se interponían en su camino.
El funcionario asintió en reconocimiento al entendimiento de Xu Feng, apreciando la compostura del joven maestro.
—Su cooperación es muy apreciada, Maestro Xu Feng. Sin embargo, los procedimientos para modificar los registros familiares son estrictos y no se pueden acelerar. Es imperativo que sigamos las normas establecidas para prevenir cualquier mal uso o abuso potencial.
—Respeto las reglas y regulaciones, señor —respondió Xu Feng—. Pero también espero que entienda que estos tres individuos—Xu Si, Xu San y Xu Hu Zhe—son tan queridos para mí como la familia. Deseo otorgarles no solo libertad, sino también el reconocimiento que se merecen.
