—Saca todas las Gemas de Sangre que tengas —dijo el General Qing mientras sacaba cinco Gemas de Sangre.
—Tengo varias —dijo Lei Dao riendo y mostró sus cuatro Gemas de Sangre con un movimiento de su mano.
—Yo también tengo algunas.
—Tengo más suerte que ustedes.
Todos los comandantes sacaron sus Gemas de Sangre, incluido Jian Wushuang, quien sacó tres gemas.
Él había obtenido la menor cantidad de gemas. Esto se debía a que había dedicado su atención a controlar el Río de Sangre para restringir a los expertos del Ejército Alado de Plata.
Los demás comandantes habían obtenido un botín mucho mayor que él.
Los comandantes del Ejército del Sable de Hierro habían incautado una cantidad asombrosa de Gemas de Sangre.
—¡31 gemas! —el General Qing se rió.
—Jaja... —Lei Dao y los otros comandantes también rieron.
A pesar de estar en desventaja numérica, habían obtenido 31 gemas, muchas más que las 20 gemas cosechadas por el Ejército Alado de Plata.
